(Blog ecrito en ocutubre 2019)
Reflexión sobre The Joker y la Realidad de la Salud Mental
Viendo la película The Joker reflexiono en lo siguiente: ¿cuántas veces ignoramos a personas que padecen alguna condición de salud mental? Personas que viven desprecio, bullying, etiquetas como “el loco” y tantos otros juicios. Por desconocimiento, marginamos, demonizamos y nos cansamos de quienes reinciden en sus síntomas.
El Guasón es víctima de un problema sociopolítico donde su enfermedad depende de siete medicamentos y una terapia obligatoria en la que no se siente escuchado. El mundo lo ignora.
Era un hombre que utilizaba su imaginación para transportarse a los lugares donde deseaba estar. Quería ser comediante, pero sabía que sería ignorado y objeto de burla. La crisis económica del gobierno le quita los fondos necesarios para continuar recibiendo servicios de salud mental.
Aunque tiene un diagnóstico, el verdadero problema no es su condición, sino la sociedad. Una sociedad fría, sin sentido de vivir. Su madre —a quien cuidaba con amor— también fue víctima del rechazo de un sistema elitista, representado en la película por el candidato a la gobernación de Ciudad Gótica, el padre de Bruce Wayne.
Ella lo adoptó desde niño, pero en medio de sus propios problemas emocionales lo maltrató, causando heridas profundas que él nunca había resuelto. El Guasón terminó siendo un producto creado por una sociedad que margina, desconoce, señala y juzga. Podría seguir describiendo la problemática, pero hago una pausa.
Una realidad demasiado cercana
En nuestra sociedad ocurre exactamente lo mismo. Muchos pacientes de salud mental se sienten ignorados. En ocasiones, el médico los atiende pensando solamente en qué medicamento recetar, sin ofrecer herramientas para mejorar su calidad de vida. Los planes médicos complican cada vez más los procesos, regulados por protocolos estrictos controlados por el gobierno y sectores elitistas de farmacéuticas.
¿Vemos cómo está nuestra sociedad?
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Un presidente de los Estados Unidos mostrando síntomas preocupantes, pero dirigiendo una nación.
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Un exgobernador exhibiendo su frágil salud emocional en un chat privado.
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Pacientes que reinciden porque son víctimas de un sistema que, en vez de ayudarles, los aprisiona entre reglamentos y decisiones médicas limitadas.
La película escandaliza a muchos, pero lo que vemos en ella es algo que ocurre una y otra vez en nuestra realidad. No hacemos suficiente para mejorar la calidad de vida de los pacientes psiquiátricos. No los entendemos. No invertimos tiempo en conocer el origen de sus luchas. Y lo más fácil —especialmente en la iglesia— es decir que “tienen demonios” y que hay que reprenderlos.
La burla como espectáculo
En la película, el Guasón es invitado a un programa de televisión. Lo tratan como estrella, pero realmente lo llevan para burlarse de él mostrando un video humillante de su presentación en un club de comedia.
Esa escena me recuerda nuestra realidad.
¿Cuántas veces invitaron a Jovanny Vásquez a programas porque sabían que no estaba bien emocionalmente, pero aun así se burlaban de él públicamente?
Hace poco Almigthy fue invitado a un programa radial, y reveló que había dejado sus medicamentos tras convertirse a Cristo. Con menos de un mes de conversión ya estaba grabando discos y ministrando en iglesias. Al escucharlo, no percibo estabilidad emocional. No lo juzgo; simplemente pienso que, aunque Dios llama, también nos pasa por procesos. Y cuando no dejamos que ese proceso se cumpla, podemos terminar haciéndole daño a la persona en vez de ayudarle.
Un llamado urgente a la sensibilidad
La película es una crítica social a nuestra manera de tratar la salud mental. Por ahí hay muchos “Guasones” sufriendo en silencio, buscando aceptación en una sociedad dura y apresurada.
Necesitamos ser más sensibles al juzgar o burlarnos de un paciente de salud mental.
El alza en suicidios es alarmante.
El aumento en hospitalizaciones psiquiátricas también lo es.
Niños pequeños están entrando en estos panoramas… y pensamos que no es real.
Esta película debería motivarte a varias cosas
1. Cuida tu salud emocional
Trabaja asuntos del pasado con delicadeza.
Perdona.
Cuida tu mente leyendo, creciendo, compartiendo con otros.
2. Cuida tu autoestima
Haz ejercicio, dedícate tiempo, autoevalúate.
Ser tu mejor crítico te ayudará a ver la vida con claridad.
3. Cuida tu familia
Lo que proyectes en tus hijos será su referencia en el futuro.
Cuida a tu pareja; ambos merecen lo mejor.
Saquen tiempo para dialogar, compartir, romper la rutina y cultivar nuevas experiencias.
4. Cuida tu sociedad
Da el beneficio de la duda.
Nuestra sociedad necesita personas que amen, comprendan y abracen.
La educación nos permite entender mejor a los demás y ser apoyo cuando más lo necesitan.
Pienso que nuestra sociedad puede transformarse, pero primero debemos comenzar por nosotros mismos.
Con cariño,
Pastor Carlos Armando


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